Cada año es tradición de la Accademia Michelangelo cerrar sus actividades decembrinas con un raduno natalizio (reunión navideña, en italiano). Es un momento esperado para que todos podamos convivir como familia, porque a lo largo del año hemos estrechado lazos con otras personas que persiguen el mismo ideal de aprender el idioma italiano y, a través de él, entrar a la cultura del Bel Paese.

Nuestro raduno natalizio comienza siempre con un evento académico, una conferencia 100% en italiano. Este año tuvimos el privilegio de contar con la prof. Élfega Duarte, docente de la Accademia, que vivió 3 años en Padua y que está casada con un padovano nativo. Su conferencia trató acerca de la ciudad, de la manera específica de ser de los habitantes de esta ciudad y, finalmente, la forma de celebrar la Navidad. Su tema estuvo salpicado de anécdotas y buen humor. Y nos ayudó a ver la ciudad de una forma que ninguna guía turística puede darnos: la mirada de alguien que radicó y vivió la cultura del lugar.

Luego hacemos lo que muchas familias hacen, pasar la velada disfrutando los talentos de los integrantes de la familia. En esta ocasión nuestra querida alumna Verónica Álvarez nos sorprendió con un baile flamenco, bailando “Alegrías de Cádiz”. Su concentración y energía capturó nuestra atención disfrutando el porte característico de este baile.

El 2017 ha sido un momento especial porque cuatro alumnos del Conservatorio han aprendido italiano con nosotros. De ellos los hermanos Brandon y Jesús Rodolfo nos hicieron disfrutar de melodías ejecutadas con la guitarra y el teclado respectivamente.

Durante las transiciones entre cada participación compartimos los logros del 2017 de la Accademia: La vinculación con el Conservatorio para acreditar el estudio del italiano, el 1er. Congreso de Lengua y Cultura Italiana que tuvimos en septiembre. De modo que pudimos recordar y celebrar juntos que los éxitos son de toda la comunidad que ha respaldado y difundido cada actividad.

También es importante dar espacio a nuestras tradiciones, porque amar a otra cultura nos ayuda a apreciar los valores de la propia. Así que pedimos posada con los peregrinos.

Finalmente compartimos lo que cada quien trajo para los demás: dulce, salado y bebida. Todo muy sabroso para amenizar una charla, en italiano para quien ya tenía el nivel y salpicado de español para quien va en el proceso de aprendizaje. Un momento de rencuentro con exalumnos, pero siempre amigos. Y sobre todo un espacio para disfrutar el estar juntos con gente con las que puedo decir con gran satisfacción “Sì, parlo italiano!”.