En los últimos años hemos escuchado sin cansancio hablar sobre el empoderamiento de la mujer y de la importancia que esto tiene en la sociedad, de lo necesario que es que se impulse y de los retos que tenemos por delante para alcanzarlo.

Pero ¿por qué es importante empoderar a las mujeres? Porque esto nos permitiría crear una economía más fuerte, ya que con esto se garantizaría una sociedad mucho más equitativa, una comunidad más próspera y con mejor calidad de vida.

Una mujer empoderada no se debe de ver como amenaza al “status quo” que hemos manejado como sociedad, todo lo contrario, debe verse como una oportunidad que tiene la sociedad para resolver los problemas en conjunto, del mundo que nos tocó enfrentar.

La ONU considera que para conseguir el empoderamiento de las mujeres, es prioritario que trabajemos por el empoderamiento económico de las mujeres, y a esto no sólo se refiere a que forzosamente las mujeres tengan que salir a trabajar y conseguir algún medio para obtener alguna remuneración económica, sino que también el trabajo de las mujeres que decidan quedarse en casa, se contemple como una contribución indispensable en un hogar.

Y la pregunta sería, ¿cómo lo logramos? Esta respuesta tiene varias aristas, ya que podríamos hablar acerca de promover la igualdad de género, promover los derechos humanos, promover los derechos sociales, impulsar la educación de las mujeres, no importando su edad, o quizás podríamos promover políticas públicas como las “cuotas de género”, pero siendo honestos, ¿podríamos lograr nuestro objetivo de empoderar a la mujer de esa forma? La respuesta es que, aunque nos ayudaría bastante para ir alcanzando las metas planteadas, no sería suficiente.

Y no sería suficiente si no cambiamos, desde mi punto de vista, dos cosas: 1) la mente revanchista que la sociedad y algunas mujeres tienen, contra los hombres. 2) Lograr cambiar la mentalidad del colectivo sobre el papel que la mujer tiene en una sociedad.

Es por eso que creo indispensable trabajar este tema desde dos vertientes: 1) trabajar, desde nuestra comunidad, la importancia que tiene en “mi bienestar” que mi mamá, mi vecina, mi hermana, tengan las mismas oportunidades que yo. 2) Trabajar con las mujeres de todas las edades, ya que el primer paso será que se sepan merecedoras de lo que ellas anhelan alcanzar y también que su colaboración, en esta tarea, es fundamental para ver reflejado en cada una de nosotras el empoderamiento que queremos ver y de los retos que junto con ellas enfrentaremos, hoy, mañana y en 10 años.

“El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal.” Simone de Beauvior