La película vanguardista de Man Ray, Emak Bakia, que en euskera quiere decir "déjame en paz", desata
la historia de una búsqueda. La casa en donde se rodó el filme, en 1926, cerca de Biarritz, tuvo ese
peculiar nombre. De aquella mansión, Man Ray solo dio a conocer tres planos: la imagen de la puerta
principal, de dos columnas y del mar a la distancia. El nombre no figura en los archivos y nadie
recuerda hoy la casa. Oskar Alegria decide buscarla a pie. Tanto el azar como el viento lo ayudarán
en el camino.
Opinión
Dejándose llevar por la obsesión de ponerle una zancadilla lingüística al tiempo, Oskar Alegria
quiso crear una película a partir de una expresión vasca fuerte y casi violenta: emak bakia (déjame
en paz). Así inicia un viaje en busca del azar que descubre grupos de música alternativos, tiendas
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Dejándose llevar por la obsesión de ponerle una zancadilla lingüística al tiempo, Oskar Alegria
quiso crear una película a partir de una expresión vasca fuerte y casi violenta: emak bakia (déjame
en paz). Así inicia un viaje en busca del azar que descubre grupos de música alternativos, tiendas
vintage francesas y colectivos artísticos ochenteros a los que el término bautizó en euskera. Pero
sobre todo busca la casa, causa y consecuencia de este documental, que fue escenario en 1926 de la
película Emak Bakia de Man Ray.
Inspirado por el mismo espíritu libre que guiaba la obra del ícono del cine surrealista de los años
veinte, la ópera prima del director navarro recorre la costa de Lapurdi (País Vasco francés) sin
marcarse un rumbo fijo. La intención es clara y declaradamente anárquica: contar su historia en
curvas, de forma desordenada y sin atajos. Es precisamente esa imperfección deliberada la culpable
de que la búsqueda se sienta real y emocionante. No hay artificios ni pretensiones. Se trata de un
cine accidental y mágico en el que los personajes encuentran la cámara de manera natural.
Fotografías que se miran por el reverso, manos de plástico cómplices del viento cortejando
servilletas, y princesas rumanas nonagenarias que coleccionan sellos y figuras de elefantes y son
primas de Nabokov.
La casa Emak Bakia revela un profundo amor por la lengua y por el cine, y celebra el accidente como
aliado imprescindible del realizador a la hora de documentar. El cineasta se pregunta a dónde van
las palabras viejas cuando mueren y, como decía el escritor gallego Álvaro Cunqueiro, por qué muchas
de las cosas enterradas no están muertas, en una película tan introspectiva como extravagante que él
mismo define como un cúmulo de resurrecciones.
En este singular filme, el documental contemporáneo se reencuentra con el cine experimental y las
vanguardias artísticas de hace un siglo. Al igual que Man Ray, y como un homenaje a él, Oskar
Alegria también quiso que le dejaran en paz y creó un cine-poema arrítmico, hecho a trompicones y
maravillosamente impecable en su imperfección. (POR: Noemi Cuetos) menos«
Título original
Emak Bakia Baita
Próximo estreno: 30 de
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